Soy muy dada yo a tener favoritos de todo. En realidad es útil, siempre tienes la respuesta ya preparada para cosas que no son realmente importantes para el día a día, pero que a largo plazo te puede ahorrar comederos de cabeza. Por ejemplo, cuando se presentó el tema de los comics y los superhéroes yo ya tuve claro desde el primer segundo de quién iba a hablar. De Batman, mi favorito, obviamente.
Y el problema de mi retraso aquí no estuvo tanto en decidirme (porque ya he decidido que me encanta Batman desde hace mucho tiempo) sino en encontrar un rato para reverme alguna de sus películas.
La gracia es que al principio mi intención era verme todas las películas de Batman posibles, desde la protagonizada por George Clooney [Batman & Robin, 1997] (todo sea dicho y por mucho que me guste el señor de Nespresso, una de las peores versiones con diferencia) hasta las modernas con Christian Bale [Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008)] pasando por una de las películas que menos me gusta de Tim Burton, mi director favorito (gasto muchos favoritos, como ya he dicho), Batman (1989), con un gran Michael Keaton pero en una película muy poco Burtoniana. Y no he podido reverme ninguna de ellas, por lo que supongo que tendrá que bastar con mi memoria.
Desde luego yo nunca he sido una fan de los cómics y todo lo que conozco de estos personajes viene a raíz de películas o series televisivas en su mayoría de dibujos animados, pero así todo siempre recuerdo que para mí Batman era diferente al resto, (aunque esto también es verdad que me lo planteé ya con cierta edad) diferente porque los otros superhéroes siempre tenían esa aura de “buenos”, en un entorno favorable, bonito y alegre… y Gotham es tétrica, fría, oscura y muy mala. No es el escenario ideal, desde luego, y sobre todo no es lo típicamente bueno – a lo largo de los años, a medida que me voy conociendo más a mí y a mis gustos me doy cuenta que lo típico no está hecho para mí. Y eso es una base maravillosa, ese toque de misterio y oscuridad, de un lugar inventado, frío y sombrío, con una personalidad propia tal que configura la historia y a Batman de por sí.
Tardé mucho más de lo que me gustaría admitir en conocer la historia verdadera de Batman y todo su trasfondo. Sus riquezas, el trauma de la infancia por la muerte de sus padres y cómo se configura así de mayor y llega a ser precisamente Batman. Tampoco es que me hubiera parado mucho a pensarlo, ni siquiera le había prestado la menor importancia. Pero claramente uno de los factores, por no decir el factor principal que más me atrae de Batman y más me hace apreciarlo es su faceta humana. Porque en realidad es el único superhéroes que se plantea ayudar a las personas y “hacer el bien mientras lucha contra el mal” por simple amor al arte y ganas de salvar a la humanidad, no por tener poderes y creerse un ser superior. En realidad Batman, Bruce Wayne, es un rico, como hay muchos en este mundo de verdad, que aprovecha su dinero para ayudar a la sociedad, aunque sí, a su manera (o sea, a mamporro limpio). Y no es un simple matado de la vida al que un día le pica una araña y se convierte en el guay de la ciudad porque trepa edificios. O un extraterrestre que se hace pasar por humano para escabullirse por las noches y salvar al mundo. Es un tipo como otro cualquiera que de hecho no sería tan difícil que pudiera existir.
Recuerdo precisamente que una amiga mía, también muy fan de las películas de superhéroes y de poner unas preferencias por encima de las otras, en una ocasión me contó que claramente Batman era el superhéroe que menos le gustaba “porque claro, no tiene poderes”. Pues bien, a mí es precisamente lo que más me gusta, que, con un poco de dinero y voluntad, todos podríamos ser Batman.
Y el problema de mi retraso aquí no estuvo tanto en decidirme (porque ya he decidido que me encanta Batman desde hace mucho tiempo) sino en encontrar un rato para reverme alguna de sus películas.
La gracia es que al principio mi intención era verme todas las películas de Batman posibles, desde la protagonizada por George Clooney [Batman & Robin, 1997] (todo sea dicho y por mucho que me guste el señor de Nespresso, una de las peores versiones con diferencia) hasta las modernas con Christian Bale [Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008)] pasando por una de las películas que menos me gusta de Tim Burton, mi director favorito (gasto muchos favoritos, como ya he dicho), Batman (1989), con un gran Michael Keaton pero en una película muy poco Burtoniana. Y no he podido reverme ninguna de ellas, por lo que supongo que tendrá que bastar con mi memoria.
Desde luego yo nunca he sido una fan de los cómics y todo lo que conozco de estos personajes viene a raíz de películas o series televisivas en su mayoría de dibujos animados, pero así todo siempre recuerdo que para mí Batman era diferente al resto, (aunque esto también es verdad que me lo planteé ya con cierta edad) diferente porque los otros superhéroes siempre tenían esa aura de “buenos”, en un entorno favorable, bonito y alegre… y Gotham es tétrica, fría, oscura y muy mala. No es el escenario ideal, desde luego, y sobre todo no es lo típicamente bueno – a lo largo de los años, a medida que me voy conociendo más a mí y a mis gustos me doy cuenta que lo típico no está hecho para mí. Y eso es una base maravillosa, ese toque de misterio y oscuridad, de un lugar inventado, frío y sombrío, con una personalidad propia tal que configura la historia y a Batman de por sí.
Tardé mucho más de lo que me gustaría admitir en conocer la historia verdadera de Batman y todo su trasfondo. Sus riquezas, el trauma de la infancia por la muerte de sus padres y cómo se configura así de mayor y llega a ser precisamente Batman. Tampoco es que me hubiera parado mucho a pensarlo, ni siquiera le había prestado la menor importancia. Pero claramente uno de los factores, por no decir el factor principal que más me atrae de Batman y más me hace apreciarlo es su faceta humana. Porque en realidad es el único superhéroes que se plantea ayudar a las personas y “hacer el bien mientras lucha contra el mal” por simple amor al arte y ganas de salvar a la humanidad, no por tener poderes y creerse un ser superior. En realidad Batman, Bruce Wayne, es un rico, como hay muchos en este mundo de verdad, que aprovecha su dinero para ayudar a la sociedad, aunque sí, a su manera (o sea, a mamporro limpio). Y no es un simple matado de la vida al que un día le pica una araña y se convierte en el guay de la ciudad porque trepa edificios. O un extraterrestre que se hace pasar por humano para escabullirse por las noches y salvar al mundo. Es un tipo como otro cualquiera que de hecho no sería tan difícil que pudiera existir.
Recuerdo precisamente que una amiga mía, también muy fan de las películas de superhéroes y de poner unas preferencias por encima de las otras, en una ocasión me contó que claramente Batman era el superhéroe que menos le gustaba “porque claro, no tiene poderes”. Pues bien, a mí es precisamente lo que más me gusta, que, con un poco de dinero y voluntad, todos podríamos ser Batman.
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