Y quién le hubiera dicho a ella y a todos los españoles que seguíamos sus andanzas americanas cuando estas empezaron, hace ahora 10 años, que Pe conseguiría no solo nominaciones y un Oscar, sino el prestigio de ser considerada una buena actriz en Estados Unidos, una actriz de verdad. Su carrera comenzó en España en los 90 con películas como Jamón, Jamón o Belle Époque. El reconocimiento español, e incluso europeo, llegó de la mano de Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar y Fernando Trueba con películas como Abre los ojos, La niña de tus ojos, Carne trémula, o Todo sobre mi madre. Esta última película, que catapultó a la fama a Almodóvar, también permitió que Pe diera el salto a Hollywood y que su grito de “Peeeeeeedro!”, al entregarle el Oscar a la mejor película extranjera al director, se convirtiera en una de las frases más célebres de los premios.
Sus comienzos en Hollywood, sin embargo, no fueron muy prósperos, cinematográficamente hablando. Pese a que en España conseguía papeles interesantes, las películas estadounidenses en las que se involucraba no era precisamente de calidad y su actuación en ellas dejaba mucho que desear: Vanilla Sky, nefasta adaptación por parte de Cameron Crowe de Abre los ojos; All the prety horses, Blow o Sahara son sólo algunos de los ejemplos. Ese fue entonces el tiempo en el que a Penélope Cruz sólo se la conocía en Estados Unidos por su vida personal, por su relación sentimental con Tom Cruise, la que muchos calificaron como farsa publicitaria para beneficiar tanto a la película Vanilla Sky como a la famosa religión que sigue Cruise, La Cienciología. Y, más tarde, por su noviazgo con Matthew McConaughey, su compañero en Sahara. Pero películas buenas, ni una.
La imagen que Penélope desprendía, y que de alguna manera sigue desprendiendo, es la atractiva figura de la mujer latina, de la Carmen de Merimée, esa pasión latina que atrae a los estadounidenses y que también se refleja en figuras famosas como la actriz mexicana Salma Hayek o la actriz y cantante de origen puertorriqueño Jennifer López cuyos atractivos recaen en su físico, sus curvas y sus bellezas morenas y no tanto por sus carreras profesionales. Cruz comenzó siendo lo mismo, probablemente porque los propios directores y guionistas no se sentían cómodos proporcionando papeles interesantes y bien desarrollados a actrices latinas, las cuales probable y erróneamente siempre veían (y siguen viendo) como las portadoras de ardientes pasiones, sin nada más interesante que aportar. Y en el caso particular de Penélope Cruz seguro que su marcado acento español en su inglés de Alcobendas ayudó, junto con el físico, a crear esta imagen prototípica de la ardiente latina.
Más tarde, allá por el 2006, la ayuda de su maestro Almodóvar, gracias a la película Volver, ayudó a que Hollywood cambiara una de esas visiones sobre Penélope y viera el talento artístico de la actriz y con ello la incluyera en las nominaciones a mejor actriz para los Oscars. Pero que haya estado nominada tres veces a los premios más prestigiosos y de más renombre del cine, que haya conseguido cosechar papeles con carga emocional, complejidad y madurez interpretativa, y que las películas en las que participa en Hollywood sean proyectos prestigiosos de renombres como Woody Allen no quiere decir, ni mucho menos, que Penélope se quite, o se pueda llegar a quitar algún día, la etiqueta que siempre ha acarreado de latina apasionada. En Vicky Cristina Barcelona, por cuya actuación consiguió la estatuilla como mejor secundaria, era la ex mujer española del personaje español (Javier Bardem), una mujer neuróticamente enamorada; y en Nine, su último proyecto que también le ha valido una nominación a los Oscars como mejor actriz secundaria, encarna a la amante sensual y latina de un director italiano.
¿Alguna vez Penélope Cruz se quitarán el estereotipo que las sigue?, ¿alguna vez conseguirá un papel en el que no aparezca representada ni como latina ni como española en particular?, ¿alguna vez podrá perder esta imagen que, aunque pueda dar lugar a personajes muy interesantes, estos siempre estarán reducidos a la repetición constante? Aunque… ¿realmente le interesaría?, ¿le valdría la pena dejar de ser el icono latino si esto consigue hacerla diferente y por lo tanto, destacarla, en el amplio, difícil y a veces homogéneo mundo de Hollywood?